lunes, 4 de noviembre de 2013

La vida después de la muerte.

     Los egipcios no veían la muerte como un fin, sino como el inicio de nueva existencia. Para el viaje al Más Allá, se provenían de todo aquello que habían usado en vida. Muebles, alimentos y joyas son algunos de los objetos que se coloaban en la tumba junto al cuerpo momificado del difunto.
    Según los egipcios, el cuerpo constaba de diversas partes: el bai (alma), el ka (fuerza vital) y el aj (fuerza divina inspiradora de vida). Para acceder a la vida después de la muerte, el ka necesitaba un soporte material, que habitualmente era el cuerpo del difunto. Este debía mantenerse incorrupto, lo cual se conseguía con la técnica de momificación. Los sacerdotes funerarios se encargaban de extraer las vísceras del cuerpo y procedían a embalsamarlo. El tipo de momificación variaba según la clase social a la que pertenecía el difunto. La técnica de la emblsamación era muy complicada y los sacerdotes debían tener conocimientos de anatomía para extraer los órganos sin dañarlos. Durante este proceso, los sacerdotes colocaban una serie de amuletos entre las vendas que envolvían el cadáver, en las cuales había inscritas fórmulas distintas a la supervivencia del difunto.

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